
De hecho durante gran parte de mi infancia imaginé lo que supondría para un australiano que nosotros asomáramos la cabeza por su cielo, después de haber hecho un agujero tan profundo que nos hubiera permitido llegar hasta las antípodas. Era fantástica la idea, y me preguntaba, también, porqué nadie lo había hecho. A esa edad uno se pregunta porqué no lo ha hecho alguien, sin importar si se puede o no se pude hacer.
Cuando pasó mi infancia entendí el concepto de antípodas y lo que suponía pero hoy, he descubierto que la historia del agujero que mi padre me contaba no era del todo cierta, puesto que las antípodas de donde vivo no se encuentran en Australia, sino que se encuentran en Nueva Zelanda, concretamente cerca del monte Taranaki ahora no sé muy bien si hablar con mi padre y contarle que durante más de seis décadas ha estado manteniendo una idea equivocada.
Ya dije más arriba que había descubierto que mi padre se encontraba en un error, pero, claro ahora me queda por explicar cómo he llegado a esta conclusión, pues en la red he llegado a una web en donde hay dos mapas de google, uno de ellos sitúa un punto en el hemisferio norte y el otro sitúa otro punto justo en la vertical pero en el hemisferio sur.
¿Qué hago, le cuento a mi padre lo que he descubierto o dejo que siga pensando que nuestras antípodas se encuentran en Australia?
Cuando somos pequeños nuestros padres nos cuentan muchas historias, al crecer nos damos cuenta de que unas son ciertas y otras no lo son del todo... ¿para que quitarle entonces la ilusión con la que él te contaba esas historias? :)
ResponderEliminarYo lo veo de esta forma: New Zeland está al ladito de Australia y sus gentes se tratan como hermanos. Remóntate a la historia de estos dos estados-hermanos y no le quitas a tu padre la ilusión. Él no estaba del todo errado...
ResponderEliminar