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18 de abril de 2008

No sintió nada

En el verano de 1984 antes de que amaneciera el día, Javier salió de casa hacía su trabajo. La noche anterior había discutido con Lucía, su esposa, por que según Javier ella se insinuaba a los hombres cuando salían... Iba enfadado y pensando en que su matrimonio no iba bien y que su mujer le engañaba, sino, ¿ cómo era posible que le gustase ponerse esas minifaldas tan cortas y esos escotes para enseñar su pecho a todos ?, ¿ cómo era posible que riera tan ruidosamente a sus amigos cada vez que estos hacían alguna gracia absurda?. Sin duda a su mujer le gustaban todos los hombres.

Cuando Javier se levantó Lucía abrió los ojos y odió a ese hombre que le hacía la vida imposible que la había apartado de sus amigos, que no la dejaba vestir faldas ni blusas que tuvieran escote, todo iba mal entre ellos dos, si no fuera por sus tres hijos hacía tiempo que se habría ido de casa, no sabía a donde, en realidad no tenía a donde ir, pero lo habría hecho, sin duda...

Javier seguía conduciendo en la noche cuando notó un ruido en el coche y un movimiento brusco le hizo abandonar súbitamente sus pensamientos, había pinchado, la rueda delantera estaba destrozada, maldijo todo lo que se puede maldecir y detuvo el coche aún más enfadado... sacó todo lo que necesitaba para cambiar el neumático y comenzó a desatornillar la rueda, otra maldición salió de su boca, había olvidado el gato dentro del maletero, recorrió el vehículo y en lugar de ir por el lugar más corto dió la vuelta completa al coche, que aún tenía el motor encendido, de pronto un coche pasó rápidamente junto al coche de Javier y se lo arrancó del suelo elevándolo tres metros y acabando con su vida en el acto.

Lucía seguía despierta y no entendía por qué se casó con él, por qué tuvo hijos, por qué seguía con él todo eran autopreguntas sin repuestas.

Antes de las siete de la mañana sonó el teléfono, alguien que se identificó como policía le dijo que su marido había muerto atropellado por un coche... Lucía no sintió nada, tal vez algo de incredulidad ante la noticia, pero no sintió nada, nada en su rostro cambió, nada. Hizo las preguntas de rigor lugar, hora cómo había sido, pero su tono de voz era inexpresivo estupefacto. En ese momento no se dió cuenta de que la terrible noticia no había causado ninguna emoción en ella... se limitó a seguir las intrucciones que le dio el agente, sobre qué tenía que hacer y adonde debía dirigirse. Algunos días más tarde, recordando lo sucedió cayó en la cuenta de que no había sentido nada por que la muerte de su marido.

Tal vez no entiendas la reacción de Lucía, pero no es ni mejor ni peor que sentir tristeza o dolor, simplemente para ella había supuesto la liberación de la cárcel donde estaba encerrada; la muerte de su carcelero le abría las puertas a la felicidad, ¿ cómo iba a sentir dolor?, si algo hubiera que sentir sería alegría, pero eso tampoco era apropiado para el momento, así que no sintió nada.

No era el final que ella quería para su relación, pero de todas formas era el final, y eso era lo único que importaba.

2 comentarios:

  1. Lo sabemos, lo descubrimos..lo entendimos..a fuerza de otros sucesos...y a muchos le vimos padecer este encierro, esta prisión...y cuando se vieron libre ... algunos no reaccionaron..otros solo no dijeron nada....

    Estaba lejos y estaba cerca y era una persona que parecia estar como ausente y solo parecia detenido en el tiempo...sin decir nada ....

    Yo se que no estaba ....

    Solo buenos y alegres días para ti..mi gran amigo de la distancia...abrazos mil...sonrisas siempre..
    hasta la sonrisa!!!

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  2. yo y mis otros yo; Esa historia de Lucìa es terrible, y en se repite con demasiada frecuencia, tal vez, no era el final que deseaba, pero al menos era un final...

    Muchas risas.

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