En mi trabajo diario y en general en mi vida, me encuentro a menudo con personas que entienden las dificultades como obstáculos, en estos casos siempre me acuerdo de aquel cuento del vendedor de zapatos.
Un vendedor de zapatos enviado por su jefe fue a vender zapatos lejos de aquella ciudad.
El jefe pidió que le enviara un telegrama enviándole información sobre las perspectivas de trabajo. El vendedor llego a la ciudad y vio que todas las personas andaban descalzas y envío este telegrama:
“Todos andan descalzos. No necesitan zapatos. Malas perspectivas”.
El jefe envío a otro vendedor a otra ciudad igualmente lejana pidiendo respuesta. El vendedor respondió con este telegrama:
“No tienen zapatos. Venderemos muchos. Muy buenas perspectivas”.
Siempre ante las dificultades pienso:
"Buenas perspectivas para lograr el objetivo de la empresa".
El jefe pidió que le enviara un telegrama enviándole información sobre las perspectivas de trabajo. El vendedor llego a la ciudad y vio que todas las personas andaban descalzas y envío este telegrama:
“Todos andan descalzos. No necesitan zapatos. Malas perspectivas”.
El jefe envío a otro vendedor a otra ciudad igualmente lejana pidiendo respuesta. El vendedor respondió con este telegrama:
“No tienen zapatos. Venderemos muchos. Muy buenas perspectivas”.
Siempre ante las dificultades pienso:
"Buenas perspectivas para lograr el objetivo de la empresa".
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