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8 de enero de 2009

Evitar y ser prisionero

Prisioneros de lo evitado

Hay dos maneras garantizadas de perpetuar un dolor:

La primera y más obvia es aferrarnos a él, impidiendo que la vida siga fluyendo; en ese caso es como si la persona hiciera de ese dolor su identidad, rechazando cualquier alternativa que le permita elaborarlo para pasar a una instancia menos sufriente.

La segunda, que es exactamente la opuesta. Sí: otro modo de garantizarnos la perpetuidad de un dolor es evitar hacer contacto con él.

A ver... es como si la vida fuera un largo corredor con múltiples puertas (vínculos, logros, viajes, proyectos...) y la persona entrara y saliera por cualquiera de ellas; pero hubiese UNA PUERTA cuyo umbral es de fuego; cada vez que la persona pasa cerca de ella retrocede, se distrae, bromea para disimular, huye... Detrás de esa puerta está lo evitado: un duelo suprimido, un miedo no reconocido, una carencia que acosa desde el fondo y preferimos no sentir, un rencor que corroe y se disfraza de sarcasmo un sentimiento de abandono que acompañamos con cualquiera o eludimos decretando soledades...

Creemos ser libres de andar por el corredor, pero no: somos prisioneros de lo evitado. Pues el peligro no es la puerta en llamas: el peligro es su evitación, que nos limita. Y sólo atravesando ese umbral de fuego es posible apagarlo: el único modo de dar fin a la ansiedad que toda evitación produce. Cuando reconocemos lo evitado, cuando lo enunciamos o lo compartimos, cuando pedimos ayuda para cruzar ese umbral, cuando ya no nos mentimos... comienza una nueva libertad. Cada vez que afrontamos, aceptamos, asumimos, y llamamos las cosas por su nombre, estamos poniendo en marcha un proceso que limpia lo largamente fermentado; gracias a él vamos gestando, poco a poco, algo que todos necesitamos sentir: el autoaprecio que adviene por haber tenido el valor de no mentirse más, de no evitar. Así lo dijo Eva Pierrakos:

Tras la puerta de asumir tu debilidad,
reside tu fuerza.


Tras la puerta de sentir tu dolor,
residen tu placer y gozo.


Tras la puerta de sentir tu miedo,
residen tu seguridad y confianza.


Tras la puerta de sentir tu soledad,
reside tu capacidad de tener satisfacción,
amor y compañía.

Tras la puerta de sentir tu odio,
reside tu capacidad de amar.


Tras la puerta de sentir tu desesperación,
reside tu esperanza verdadera y justificada.

Tras aceptar las carencias de tu infancia,
reside ahora tu satisfacción.

Autores: Virginia Gawel & Eduardo Sosa ã, Directores del Centro Transpersonal de Buenos Aires. Su página web está aquí.

Yo añado, humildemente, ay de aquel que no abra sus puertas.

6 comentarios:

  1. En algún momento de nuestra vida, quizá se consiga atravesar la puerta con el umbral de fuego, no estoy segura que siempre se pueda conseguir, al menos no a tiempo.

    euphoria

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  2. La vida continua...las puertas siempre esta ahí..algunas veces antes de entrar a una puerta suponemos grandes riesgos......suponer!!!.....entonces el corredor sería un escape poco agradable para mantenernos en él..pero también nos volvemos incapaces de cruzar...y olvidariamos que es vivir ...!!!

    Y si para alguien el problema dejaron de ser el corredor y las puertas....y si alguien descubrió que no debia suponer solo escuchar que tiene la suficiente fuerza para seguir y ha olvida las puertas....olvida el corredor.....creo que tal vez esa persona que olvida las puertas y el corredor es muy distraida porque no puede ver los que los demás ven....seguramente ve algo que otros no ven...

    Pero como siempre digo....parece que aun me falta mucho por aprender...porque nunca puedo llegar a grandes razonamientos como los tuyos...o como los que pueden ver más allá...


    Sigo siendo muy distraida!!!

    abrazos los más grandes y las más grandes sonrisas.....mi gran amigo....

    Corazones arriba!!!
    hasta la sonrisaaa.....

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  3. Asumo mis debilidades, pero no veo mi fuerza, no la siento. En muchas otras ocasiones la he sentido, pero ahora, donde esta? Sé que soy fuerte, insegura, miedosa, pero llego a la conclusión de que soy fuerte cuando miro hacia atrás o hacia el frente y me veo a mi misma. Es entonces cuando sé que soy fuerte. Pero, ahora, sentada en mi sofá, pienso, ¿soy capaz de....? y ahora.....siento miedo, inseguridad, intranquilidad....
    Sé que debo hacer algo para "mejorar", pero ¿el qué?.

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  4. euphoria, lástima que pienses eso, yo creo que querer es poder. Y abrir una puerta, en principio no parece algo complicado, sólo se necesita una llave, un motivo, un deseo, entonces hasta la puerta más blindada uno quiere abrirla y ver lo que hay detrás, la esperanza, la fuerza, el gozo, el amor, la satisfacción, el gozo, en fin, todo lo que dice el poema de Eva Pierrakos.

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  5. ahhhhhhhhhhhhhhh, yo y mis otros yo, no hay que olvidar abrir las puertas, no hay que olvidar lo que se encuentra tras las puertas, no hay casi nada imposible.

    Tú tienes una puerta que abrir, no lo olvides y no lo dejes de hacer, por favor, un saludo, arriba esos corazones y que la fuerza te acompañe, AMIGA.

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  6. Si creo que sé quien eres, y es algo de lo que estoy seguro, jajajajajaja, tú tienes fuerza ahora, el único inconveniente es que no está donde la buscas, tú la buscas en el exterior, en el pasado y en el futuro, cuando la fuerza te acompaña a diario, búscala, está en tu interior, eres agradable y sonriente, eres una luchadora y vas ganando batallas, duras batallas, y alguien dijo la única batalla que se pierde es la que se abandona, así que no abandones y sigue luchando como hasta ahora, creételo, siéntete en todo momento, los corazones que laten como el tuyo encuentran corazones que laten al mismo ritmo que ellos, así que no lo olvides y que la fuerza esté contigo, hoy, mañana y siempre.

    Bsos. Y Sursum Corda....

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