Buscar este blog

4 de febrero de 2010

El chamán ha perdido su poder...

Allí seguía junto a aquella mujer... pensando y maldiciendo mi situación, tantos años sin acudir al chamán de la tribu y tengo que venir hoy... en fin, el móvil me sacó de mis pensamientos, trataba de hablar en voz baja por educación, tampoco era difícil, todos los enfermos y enfermas imaginarios estaban hablando alto sobre sus enfermedades, tratamientos, muertes que había acontecido y demás temas banales de, por lo visto, los que uno habla cuando acude al chamán.

La señora de la izquierda hizo un ademán de disgusto y soltó - Por dios, lo nunca visto, pues si que... están tardando-. Junto a ella había sentado un chaval que imagino llegó cuando yo hablaba de espaldas a la señora para que no se enterase de mi conversación que preguntó -¿Pero hay alguien dentro?. Me temí lo peor y ocurrió. La señora en voz alta y desafiante me señaló con el dedo acusador y penetrante,-Este chico dice que si- Me sentí halagado por lo de chico pero enfadado por la acusación, ¿quién se creía? Me había interrogado y había respondido a sus preguntas, no había mentido y aún ponía en duda mis palabras. No le hice caso.

Por fin, para disgusto de la señora por que se demostraba que yo decía la verdad, la puerta se abrió. Y apareció Felisa con su marido, aunque su nombre lo supe después... una pareja de ancianos bajitos salieron de la consulta y miraron a los que esperábamos, nuestras caras de hastío decían todo... y casualidades de la vida, o reuniones entre amigos, encontraron en un grupo de mujeres que había un poco más a la derecha a personas conocidas y se acercaron, comenzaron las conversaciones pertinentes: qué haces aquí, cómo estás de lo tuyo, qué te ha dicho, cómo tienes la tensión, etc. Estaba sorprendido, de quién eran aquellas muletas en las que ponía Felisa, la señora caminaba correctamente, el señor no parecía que tuviera problemas de movilidad... alguien había ido allí a dejar unas muletas en la puerta de una consulta. No me lo podía creer.

Para entonces la señora del FBI había dado un respingo y había entrado en la consulta y cerrado la puerta detrás de ella, tenía la esperanza de que como según ella, el negro, no podía resolverle el asunto a tratar saliera rápido. No fue así, más de diez minutos tuve que volver a esperar.

La pareja de ancianos después de informar a sus conocidas sobre su estado de salud, niveles de colesterol, medidas de tensión, medicamentos y recomendaciones médicas varias decidieron marcharse y entonces ocurrió... la señora pasó por delante de las muletas, pero justo un paso después de ellas se detuvo, las cogió entre sus manos y las acomodó entre sus antebrazos y se puso a caminar con ellas... increíble, había estado de pie durante al menos quince minutos y había caminado sin ningún síntoma de dolor y ahora se llevaba unas muletas. Era gracioso ver su caminar con ellas, por que no las apoyaba alternativamente, sino que las llevaba a la vez que caminaba, es decir, pie derecho, muleta derecha e izquierda, pie izquierdo, muleta izquierda y derecha... Sin más comentarios.

Por fin y por última vez la puerta se abrió era mi turno, mi oportunidad, mi momento... entré y después de ser cortes y educado pregunté
- ¿Me puedo sentar?
el chamán me contestó. -
-¿Hola qué tal?-
Me senté... Primera pregunta ¿Qué quiere? Bueno pues quería hacerme un análisis , hace mucho tiempo que no me hago ninguno y me gustaría saber cómo tengo el nivel de colesterol por que tengo una amiga que es médica y me ha dicho, que si hace mucho que no me hago un análisis, le comenté que si que hacía tiempo y me dijo que los xantelasmas pueden indicar que los niveles de colesterol están altos...
Me pregunta-¿Cómo se llama?
Respondo- NO. Mi amiga no trabaja aquí trabaja en Sevilla.
Volvió a preguntar ¿Cómo se llama usted? Ah... bueno, le dije mi nombre.

El chamán sigue impasible, mirando tras sus gafas mi cara que gesticula y se emociona hablándole y contándole esto y lo otro. Él no hace ningún gesto, ninguno. Se mueve como un galápago sobre la tierra, lentamente. Yo esperaba que se levantara de la silla y comenzara a cantar, a hacer invocaciones a los espíritus, a dar saltos alrededor de mi, a echarme agua de los volcanes rios de la tierra santa, y humo extraído de los volcanes sagrados... y yo esperaba estar muerto de miedo, pero nada ocurre. Nada dice el brujo que habla con los espíritus.

Imprime un folio en el que aparecen un montón de casillas que rellenar, me recuerda a los primero exámenes que hacíamos en la facultad donde había que rellenar las casillas de las preguntas que creíamos ciertas... El chamán conmienza a rellenar casilla tras casilla, con parsimonia, con delicadeza, rellena toda la casilla, no hay un espacio en blanco que deje sin colorear de negro... yo trato de ver qué pone en cada una de las casillas que rellena... al menos ha rellenado unas quince casillas. No me entero de mucho... pero me siento feliz, el chamán no ha hecho ningún gesto de horror y desaprobación, no me ha dicho que soy un inconsciente ni nada por el estilo.

Salgo de allí feliz, con mi hojita marcada de cuadros negros. Eso sí, antes de irme pido cita para hacerme el análisis que ya me voy convirtiendo en experto en esto de saber cómo funciona el asunto médico.

Cita para el análisis: 8,30 de la mañana del martes de la semana que viene. Allí estaré.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué dice tu corazón?