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28 de abril de 2010

Un relato sincero

Las personas no cambian.

Así comenzó un relato hace mucho, mucho tiempo, igual que la fábula del cocodrilo y la rana en el que el cocodrilo se comió a la rana a pesar de haberle pasado el río, de la misma forma.

Así hace algunos días una buena amiga me decía entre sonrisa y desánimo que... había terminado todo. Otra vez, la segunda vez que terminaba todo. Ahora había sido diferente, más tranquilo, más relajado, más medido y sopesado, ahora la felicidad se anteponía al amor, el amor desdichado no es amor, es todo lo contrario; es amarse poco, no pretendas que los demás entiendan lo que haces, no te doblegues jamás ante las personas que te rodean, aprende de ellas, pero no cambies.

La cultura avanza hacía la soledad de las personas, soledad decidida aceptada y deseada, es más fácil, consume menos energía y sobre todo cada bocanada de aire es fresco, sin contaminación, sin adulterar, sin tener que exhalarlo despacio para no molestar...

2 comentarios:

  1. El amor desdichado no es amor.
    La soledad deseada no es soledad.

    A veces estamos con alguien por no sentirnos solos, pero eso no es sano para nuestras mentes ni para nuestros corazones.

    Ese amor que nos llene puede llegar en cualquier momento, por lo tanto no merece la pena compartir espacio con alguien que no nos complemente y nos haga sentirnos especiales y únicos.

    Besitos dulces y mágicos, querido Gurb.

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  2. Para aprender de los demás hay que experimentar cambios.

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